¿Se te ha torcido un tobillo, has tenido alguna cortadura o laceración, te ha picado algún insecto? Si la respuesta es sí, has tenido una experiencia con la inflamación. El dolor, el enrojecimiento, la hinchazón y el calor que resultan de una lesión o infección son las características del proceso inflamatorio.

Según la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, la inflamación representa un mecanismo de supervivencia esencial que ayuda al cuerpo a combatir microbios hostiles y a reparar el tejido dañado. Sin embargo, existe otro aspecto de la inflamación que puede ser perjudicial en lugar de útil para la salud humana: la inflamación promovida por factores de estilos de vida como: fumar, obesidad y sedentarismo contribuyen a una variedad de enfermedades.

La inflamación aguda y crónica son las dos formas de inflamación. La aguda aparece rápidamente y, generalmente, es de corta duración. Muchos de los mecanismos que entran en acción para destruir los microbios invasores cambian su dirección para eliminar las células muertas y reparar las dañadas. Este ciclo devuelve el área afectada a un estado de equilibrio y la inflamación se disipa en unas pocas horas o días.

La crónica, por su parte, a menudo comienza con la misma respuesta celular, pero se transforma en un estado persistente durante meses o años, cuando la respuesta del sistema inmunológico no logra eliminar el problema. Si no se controla, el sistema inmunológico hace que los glóbulos blancos ataquen los tejidos y los órganos sanos cercanos, creando un proceso inflamatorio crónico que juega un papel central en algunas de las enfermedades más desafiantes como la artritis reumatoide, el cáncer, las enfermedades cardíacas, la diabetes, el asma y el alzhéimer.

El estilo de vida, la alimentación y los antecedentes familiares juegan un papel en las enfermedades y en las afecciones provocadas por la inflamación crónica.

La pregunta es: ¿cómo puedo desinflamar mi cuerpo? Y mi contestación como nutricionista y dietista es la siguiente: vamos a trabajar con lo que podamos controlar que es nuestro estilo de vida. Un peso saludable, actividad física y ejercicio y mantener una alimentación balanceada centrada en nuestras necesidades individuales y requerimientos nos ayudará a gozar de buena salud y prevenir la inflamación crónica.

Debemos eliminar los marcadores proinflamatorios y enfocarnos en los antiinflamatorios.

Antiinflamatorios

  • Ciertas hierbas y especias, cacao y té
  • Fibra dietaria
  • Omega-3
  • Frutas, vegetales, semillas, nueces y almendras
  • Un balance saludable entre ejercicio y alimentación
  • Grasas mono y poliinsaturadas
  • Aceite de oliva
  • Actividad física

Proinflamatorios

  • Contaminación ambiental
  • Estrés crónico
  • Vida inactiva o sedentaria
  • Obesidad
  • Alimentos procesados
  • Grasas saturadas
  • Privación del sueño
  • Fumar

Llevar una alimentación antiinflamatoria juega un papel importante en la prevención de la inflamación crónica porque nuestras bacterias digestivas liberan sustancias químicas que pueden estimular o suprimir la inflamación.

Para practicar la alimentación antiinflamatoria, es mejor centrarse en una alimentación saludable en general en lugar de categorizar los alimentos “buenos” y “malos” individuales. Una alimentación saludable se enfatiza en frutas, vegetales, nueces, granos integrales, pescado y aceites saludables, y limita los alimentos cargados con azúcares simples (como refrescos y dulces), bebidas que contienen jarabe de maíz con alto contenido de fructosa (jugos) y carbohidratos refinados.

La autora es nutricionista dietista, miembro del Colegio de Nutricionistas y Dietistas de Puerto Rico.