“El páncreas es la gasolina que necesita el cuerpo para poder funcionar y la insulina es la llave”, así describió la importancia de la insulina en el cuerpo la nutricionista y dietista del Programa para la Prevención y el Control de la Diabetes del Departamento de Salud, Cinthia Santiago Díaz. “Sin insulina no podemos vivir, por lo que la persona que vive con diabetes tipo 1 la necesita para funcionar y el paciente con tipo 2 necesita estabilizarla”, destacó.

De acuerdo con la nutricionista, la insulina es una hormona esencial que produce el páncreas que, a su vez, es una glándula que permite que el cuerpo utilice la glucosa para obtener energía. El riesgo de resistencia a la insulina es mayor, si tienes prediabetes o antecedentes familiares de diabetes tipo 2, así como sobrepeso u obesidad.

“La sensibilidad a la insulina en cada persona es individual y dependerá de cuándo comenzó y cómo su cuerpo la produce. A través de la prevención, logramos que pueda hacer mejor uso de la insulina que está produciendo para retrasar el riesgo de la diabetes tipo 2″, informó Santiago.

¿Qué tenemos que hacer?

Según la nutricionista, “actuar. La solución no es el conocimiento, es la acción”. A continuación, compartió seis acciones que ayudan a mejorar la sensibilidad a la insulina y, por consiguiente, prevenir complicaciones de salud.

1. Controlar el peso corporal no es opcional.

Estar sobrepeso u obeso reduce la sensibilidad a la insulina y aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. “Por eso, bajar de peso es la primera opción. A medida que reduces el peso, el cuerpo se adapta y te crea esa insulina necesaria”, afirmó Santiago.

2. Modificar los hábitos alimentarios, sí o sí.

Transformar los hábitos alimentarios en saludables y que, a su vez, vayan controlados en sus porciones. La dietista recalcó que es la combinación lo que lo hace efectivo. Además, es importante y necesario un horario fijo con las tres comidas diarias. “La mejor manera de conocer cuánto debes consumir en cada comida es tener de aliado a un profesional de nutrición y dietética que calcule un plan basado en tus requerimientos”. Por ejemplo, no todo el mundo necesita hacer meriendas.

3. La actividad física es necesaria y vital.

El ejercicio ayuda a mantener un control de los niveles de glucosa en la sangre, porque gasta las calorías en exceso, hace que el cuerpo utilice mejor los nutrientes y es más efectiva la utilización de la insulina que produces.

No obstante, el ejercicio no sustituye el plan de alimentación, lo complementa.

4. Dormir bien.

Reducir las horas de sueño es perjudicial para la salud y se vincula con una menor sensibilidad a la insulina. “Hay que dormir las horas necesarias para que sean estables esos niveles de azúcar”, sostuvo. Además, recomendó elegir las comidas nocturnas con conciencia. No es que no consumas, es que dependerá de la hora y la cantidad.

5. Monitoreo constante.

Hacerse los laboratorios pertinentes regularmente para conocer los niveles de azúcar en el cuerpo y la glucosa en la sangre, así como, comunicar al doctor si tienes una predisposición familiar.

6. Reducir el estrés.

El estrés afecta la capacidad del cuerpo para regular el azúcar en la sangre. Además, el estrés continuo se relaciona con un mayor riesgo de resistencia a la insulina. La meditación, el ejercicio y el descanso reducen el estrés y ayudan a aumentar la sensibilidad a la insulina.

Sé proactivo

El llamado es a la acción, más allá del conocimiento. Podemos tener el conocimiento, pero, sin acción, no habrá cambios a favor de nuestra calidad de vida. Por esta razón, la dietista recomendó que, si empiezas a experimentar cambios en el peso, te cansas con frecuencia, sientes debilidad o ansiedad incontrolable, actúes de inmediato.

“Sé proactivo con tu alimentación, incluyendo la actividad física en tu rutina diaria y vista al médico regularmente. Crear un plan de vida que te lleve a la autorreflexión de qué comes y en qué cantidades te hará sentir los efectos positivos a corto plazo”, puntualizó.