La reserva cognitiva es un concepto bastante nuevo, aunque cuenta con varias investigaciones que confirman que existen factores que pueden retrasar el desarrollo de síntomas clínicos y ayudar al cerebro a mantenerse sano.

La reserva cognitiva se define como la capacidad del cerebro para tolerar el daño cerebral por patologías o enfermedades que puedan afectar su funcionamiento. De acuerdo con la neuropsicóloga clínica, la doctora Liza San Miguel Montes, cuanto mayor sea la reserva cognitiva de una persona, más probabilidad de que pueda resistir los efectos negativos de las lesiones cerebrales o la patología asociada con el envejecimiento, el alzhéimer o la demencia. Entre los factores que contribuyen a favor de la reserva cognitiva están el nivel educativo, el reto en el trabajo, los pasatiempos y la vida social activa.

San Miguel explicó que, actualmente, la reserva cognitiva se mide por el volumen cerebral, el nivel de atrofia que hay en el cerebro y cuán preservado o intacto estén los extractos de fibra. “Se evalúa esa área que se considera una reserva del cerebro junto con los factores sociales. Lo que se ha encontrado es que las personas que tienen una reserva cognitiva más alta, según medidas por estas variables, tienden a tardar más en desarrollar la patología cognitiva del alzhéimer, aun cuando en un MRI, a nivel de estructura, se pueda observar un poco más de daño. Funciona como un cojín que ayuda a que no nos deterioremos tan rápido ante un insulto neurológico”, explicó.

La teoría se divide en dos ramas grandes y establece que la reserva cognitiva es la capacidad que tiene el cerebro de reestructurarse a nivel cerebral, a su vez, cómo esa flexibilidad del cerebro puede ajustar unas áreas con otras para compensar. Quiere decir que una parte comprende cómo funciona ese cerebro a nivel de salud, cómo funciona metabólicamente y la otra, cómo ese cerebro puede compensarse ágilmente. De acuerdo con la doctora, esto permite aumentar el conocimiento sobre cómo se puede prevenir y cómo se puede desarrollar la reserva cognitiva en el día a día.

Además, la especialista citó un estudio, llamado FINGER, que se realizó en Finlandia a 1,200 participantes por un periodo de dos años con intervenciones de nutrición, ejercicios corporales, ejercicios cognitivos y actividad social. Los resultados publicados en 2015 demostraron que, con un cambio en el estilo de vida, se puede prevenir el deterioro cognitivo y hasta mejorar significativamente el rendimiento.

Actualmente, esta iniciativa se realiza en América Latina bajo LatAm-FINGERS y participan trece países, incluyendo Puerto Rico. La doctora San Miguel, quien es parte de la investigación que realiza el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, destacó que [la iniciativa] tiene como objetivo prevenir el deterioro cognitivo a través de la intervención en la dieta, ejercicios, ejercicio cognitivo e interacción social. Los participantes son individuos de 60 a 77 años sin demencia, pero con factores de riesgo para el deterioro cognitivo como sedentarismo, mala dieta y familiar de primer grado (padre, madre o hermanos) que haya tenido demencia, entre otros.

A tales efectos, se confirma que la reserva cognitiva ayuda a mitigar y a compensar para evitar que el insulto al cerebro afecte la calidad de vida de las personas. Sin embargo, existen factores que aumentan el riesgo del deterioro del cerebro, entre estos, la galena mencionó: sobrepeso, salud cardiovascular, salud metabólica (diabetes), sedentarismo, problemas del sueño, inflamaciones del cuerpo (artritis), problemas gastrointestinales o factores genéticos. No obstante, la neuropsicóloga clínica hizo hincapié en la importancia de crear conciencia sobre cómo la integración de hábitos saludables en el estilo de vida puede aportar a la reserva cognitiva.

Entre las recomendaciones, la doctora exhortó a revisarse con regularidad para conocer cómo están los nutrientes y vitaminas, a su vez, atender y mantener controladas las condiciones que pueden provocar cambios cognitivos y evaluar las causas que pueden estar provocando los insultos al cuerpo y el cerebro.

Estás a tiempo para hacer ajustes y añadir calidad de vida a los años

Entre los factores que pueden enriquecer la reserva cognitiva, San Miguel mencionó los siguientes:

1. Hacer actividad física moderada por, al menos, 25 minutos de tres a cuatro veces a la semana.

2. Crear conciencia de que hay que cultivar, fomentar y estimular el cerebro. Salir de lo automático y no depender de la tecnología. El mantenerse activo mentalmente ayuda al constante desarrollo y la adaptabilidad.

3. El factor espiritual tiene un efecto positivo en el sistema nervioso en general, ya sea a través de la meditación, las reuniones o la participación en comunidad.

4. Hacer cosas diferentes. El aprender tareas que no has realizado antes, como tocar un instrumento, un nuevo idioma o leer un libro, genera conexiones neuronales nuevas y favorece la plasticidad del cerebro para enfrentar los cambios futuros.

5. Meditar y estar consciente en la tarea del momento. Hacer tareas en las que te puedas mantener concentrado de cinco a diez minutos, aunque parece poco, te aleja del multitasking. El fragmentar la atención afecta las funciones cognitivas.

6. Llevar una vida social activa y ocupada, potencia la reserva cognitiva y a enfrentarse mejor a los deterioros del envejecimiento.

7. Conocer lugares nuevos. No tienes que viajar, puedes visitar diferentes pueblos.

La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.