A la puertorriqueña Lizary Canchaney y a la venezolana Camila Liendo sus procesos de parto las transformaron. Aunque no se conocen, ambas aseguraron que con el parto no solo nace un bebé, sino que también nace una madre.

Ellas se dedican a brindar apoyo a las mujeres embarazadas, pero desde diferentes campos. Liendo lleva cuatro años siendo partera. Este interés nació con la noticia de su embarazo.

“El parto puede ser una experiencia gratificante y amorosa. Puede ser un proceso que une a la familia y que los hace ver el nacimiento como algo más que sufrimiento”, indicó Liendo.

Con ella coincidió Canchaney, quien se convirtió en doula luego de su primer parto.

Mi primer parto fue inducido sin ser necesario y esa fue la peor experiencia de mi vida. Para mi segundo parto, me orienté y conté con el servicio de una doula. Vi que el proceso de parto podría ser algo agradable porque el cuerpo está preparado. Me enamoré de eso y quise certificarme para evitar que otras madres pasen por esa experiencia tan horrible que yo viví. Para mí, ser doula es un servicio a la comunidad, a las mujeres”, narró Canchaney.

La preparación

Tanto las parteras como las doulas necesitan adiestrarse. Liendo explicó que, incluso hoy día, en el caso de las parteras, mucha de la enseñanza que reciben se da a través de la tradición oral. No obstante, admitió la importancia de los espacios de educación formal con otras parteras.

“Hoy día hay mucha apertura, dependiendo de qué se quiere aprender, una educación más formal con medicina convencional, o una partería más espiritual, hay diferentes ramas dentro de la partería y diferentes maneras de prepararte”, sostuvo.

Canchaney, por su parte, mencionó que cuando se certificó, en el 2014, tomó doce clases y cada clase era de ocho horas.

“En Puerto Rico, hay varias instituciones que cuentan con los diferentes recursos –como orientaciones legales, clases que incluyen el cuidado del embarazo, lo que es la preparación para el parto, y el posparto, cuidado del bebé, y también sobre la lactancia– para certificar a las doulas”, mencionó.

Las funciones

De acuerdo con Liendo, las parteras acompañan todos los procesos biológicos de las mujeres y sus familias. Desde la adolescencia con la menstruación hasta la menopausia.

“Acompañamos a las mujeres en el embarazo, partos, infecciones, enfermedades de transmisión sexual, y también hay parteras que tienen unos tipos de certificaciones que pueden poner dispositivos anticonceptivos como el DIU (dispositivo intrauterino). Algunas preparan a otras parteras, acompañan a la familia porque el proceso no termina con el parto, sino que se acompaña a la madre que nace junto con el niño, se acompaña desde la comprensión de la cultura y las necesidades de la familia, respetando la individualidad de cada persona o familia”, detalló Liendo.

Similar a las parteras, el rol de una doula también va más allá de estar en el parto de la madre.

“Básicamente, el rol de las doulas es el apoyo psicológico, emocional y físico a la mamá cuando está en el embarazo y el parto. También se le brinda apoyo a la familia que la mamá escoge, como su esposo o pareja. Por ejemplo, ha habido ocasiones en las que el papá se marea y hay que ayudarlo para que sirva de apoyo en el parto. En el hospital no intervenimos con los médicos, solo apoyamos a la mamá. Cuando el parto es en el hogar es más flexible y se le ayuda a hacer ejercicios para controlar el dolor de parto. También le recordamos los ejercicios de respiración y cómo adquirir posturas que faciliten el proceso de parto”, especificó Canchaney.

De acuerdo con la organización Lamaze, el papel de la doula es brindar apoyo físico, emocional e informativo continuo a las madres y a sus parejas durante el parto y el período posparto. Es común que estén certificadas. Por su parte, las parteras, que, tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos, se educan y certifican como parteras profesionales en escuelas de partería acreditadas por organizaciones como el Midwifery Education and Accreditation Council (MEAC), reciben un trasfondo académico completo para asistir a la mujer en el parto.

“Las doulas no podemos trabajar un parto sola. Necesitamos un proveedor de salud, puede ser una partera o un médico”, agregó Canchaney.

Experiencias de aprendizaje

En sus roles como doula y partera, estas mujeres han vivido situaciones inolvidables que las han marcado. Para Liendo, la experiencia más importante de su vida ha sido su propio parto.

“Yo sabía cómo llevar mi propio parto, cómo caminar, cómo sentarme y qué quería. Esa ha sido la experiencia más importante, donde yo fui mi propia partera y escuché los deseos de mi cuerpo y de cómo mi hijo quería nacer. Había una partera, pero el padre de mi hijo y yo fuimos los que recibimos al bebé, cuando el cordón dejó de latir, lo cortamos. Gestionamos todo, el bebé fue inmediatamente a mi pecho, estuvimos en reposo y luego llegó mi familia”, recordó la partera.

Liendo también ha tenido experiencias extraordinarias. De todas ha aprendido mucho. Empero, las más que le han enseñado han sido las inesperadas.

“He tenido situaciones donde el bebé no ha podido nacer con vida y es bien difícil. Es un proceso donde hay que atender el aspecto fisiológico, psicológico y emocional de la madre. La parte fisiológica compromete la salud porque se dan unos cambios hormonales, que son bien fuertes. A eso sumamos la parte psicológica de que mamá no tiene a su bebé. Nosotras identificamos esa línea de hasta dónde podemos ayudar y cuándo tenemos que referir a un profesional de salud mental. En las tres experiencias que viví las he tenido que referir porque su estado no ha sido el apropiado para que puedan superarlo solas. Las refiero a doulas de duelo o a psicólogos, para que puedan manejar esa pérdida”, contó la doula.

Finalmente, ambas mujeres reconocieron que la finalidad de sus funciones es que las mujeres estén bien. En ese sentido, para ellas es necesario que haya más apertura para conocer y buscar estos servicios.