La imaginación era su mejor compañera de juegos. Disfrutaban su niñez entre trompos, gallitos o jugando a “la cebollita”. Eran capaces de convertir una escoba en un caballo que corría a toda velocidad. Hoy, los adultos mayores (algunos abuelos), viven una etapa más serena, pero con experiencias e historias para contarles a los más jóvenes.

Para la psicóloga clínica y presidenta de la Asociación de Psicología de Puerto Rico, doctora Kevia Calderón, la influencia de los abuelos, “es fundamental porque nos habla de quiénes somos, de dónde venimos y nos da esa base de conocimiento que se pasa de generación tras generación”.

Este contacto directo que existe entre grupos de edades distantes como abuelos y nietos―es lo que se conoce como una relación intergeneracional.

“Es un intercambio bien positivo y bonito. Se ha visto que los adultos mayores que se relacionan con los jovencitos tienen más energía y se ven más alegres. Por otro lado, los más pequeñitos también van aprendiendo, madurando, y recibiendo un conocimiento que les hace falta para poder desarrollarse plenamente”, señaló Calderón.

En espacios extrafamiliares como en los empleos, la psicóloga enfatizó que es importante fomentar este tipo de relaciones, pues muchos adultos mayores cuentan con el conocimiento histórico del lugar de trabajo.

“Si es cierto que tenemos que movernos con los avances y la demanda de cómo va cambiando el mundo, también es cierto que aprendemos de lo que estaba antes, del origen y de cuando las cosas no se hacían como ahora”, mencionó.

Recomendaciones

La psicóloga dijo que hay varios elementos que pueden incidir en que no se logre una conexión entre los adultos mayores, los niños y jóvenes, entre estos, las experiencias particulares hasta los procesos culturales y sociales.

Ante esto, Calderón recomendó actividades dirigidas a desarrollar el intercambio intergeneracional en las comunidades y escuelas:

  • Organizar actividades comunitarias donde el adulto mayor pueda leerle cuentos a los niños.
  • Crear huertos que sean cuidados por jóvenes, niños y adultos mayores.
  • Establecer programas en las escuelas donde se visiten los lugares de ancianos, así como promover diversos talleres ofrecidos por el adulto mayor.