Dicen que los ojos son las ventanas del alma y, actualmente, también pueden ayudar a sanarla. la desensibilización y reprocesamiento por medio de movimientos oculares, conocida por sus siglas en inglés EMDR (eye movement desensitization and reprocessing), es un modelo psicoterapéutico para tratar y curar el trastorno por estrés postraumático.

Luego de varios estudios que confirmaron científicamente su efectividad para ayudar a procesar traumas, la terapia EMDR es reconocida con este fin por la Asociación Americana de Psiquiatría, la Asociación Americana de Psicología y la Organización Mundial de la Salud, entre otras.

La psicóloga clínica certificada en EMDR y especialista en estrés postraumático y ansiedad, doctora Rhina Lovo, informó que en 1989, la creadora de este modelo, la neurocientífica Francine Shapiro, realizó los primeros estudios a veteranos de la guerra de Vietnam que presentaron síntomas de estrés postraumático. Los resultados mostraron que, a través de la desensibilización, lograron que la respuesta emocional fuera menos intensa. “La memoria adversa de los eventos que habían ocasionado los síntomas comenzaron a perder su carga emocional y cambiaban la manera en que la persona pensaba sobre sí misma y sobre el mundo de una manera negativa y pesimista hacia una manera más adaptativa. Además, reflejó cambios fisiológicos y cambios en las conductas de las personas”, afirmó Lovo.

“El EMDR sostiene que los seres humanos tenemos una capacidad innata de reponernos y de sanar experiencias dolorosas. Se compara a cuando te haces una herida física que naturalmente comienza a cerrarse, pero puede ocurrir que la herida sea muy profunda o que se infecte, y el proceso natural del cuerpo experimenta dificultad para sanarla. Así mismo son las experiencias adversas; todos tenemos la capacidad innata de recuperarnos, sin embargo, puede ser que las experiencias sean intensas, repetidas y sean en etapas del desarrollo donde todavía no se tiene esa capacidad para entender lo que pasa o buscar ayuda”, explicó la psicóloga.

¿Cómo afectan los traumas sin atender?

Las experiencias adversas, perturbadoras o traumáticas provocan un impacto a nivel psicológico y físico, son componentes neuropsicológicos que hacen que la persona no logre recuperarse espontáneamente o por completo de esa experiencia. “Entonces pasa, como con la herida infectada, que empiezas a tener síntomas y malestares que pueden manifestarse de inmediato o de manera diferida. Puedes ser funcional y, después de un tiempo, el sistema sigue sobrecargado y no entiendes por qué empiezas a sentir tristeza, ansiedad, ataques de pánico, pensamientos negativos sobre ti mismo y sobre el mundo. La secuela puede ser emocional con cambios en el estado de ánimo, de conducta, irritabilidad, tener conflictos con otros, retraerse, aislarse, bajar el rendimiento escolar o profesional. También hay secuelas fisiológicas, trastornos de sueños o cambios a nivel de las relaciones”, detalló Lovo.

¿Cómo se definen los traumas en la terapia EMDR?

El impacto de un trauma depende de las características de las personas, la edad en que ocurrió, si es un evento aislado o continuo u otros factores protectores (apoyo, validado) o, por el contrario, si tiene pocos factores protectores y más elementos de riesgos. Para efectos de este modelo, los traumas se definen con “T” mayúscula y “t” minúscula. Los traumas con ‘’T’' más reconocidos son las guerras, los desastres naturales y el duelo traumático o inesperado, entre otros. Sin embargo, Lovo explicó que los traumas con “t” minúscula son más invisibilizados en la sociedad y se tiene menos conciencia sobre los daños que pueden causar. Entre estos, el abandono físico o emocional de los padres, el maltrato físico, sexual o verbal, las humillaciones, no sentirse amado dentro del hogar, el acoso, crecer con condiciones crónicas, diagnósticos fuertes, pérdidas perinatales o partos traumáticos y padres con adicciones, entre otros.

No obstante, este modelo terapéutico se aplica tanto para personas que tienen ciertas psicopatologías como para personas sin diagnósticos que quieran superar algún área en sus vidas que las mantiene estancadas y no les permite avanzar.

¿Cómo funciona el EMDR?

El EMDR consiste en ocho fases que incluyen: historia y plan de tratamiento, preparación, evaluación, desensibilización, instalación, revisión del cuerpo, cierre y revaluación. Según la especialista, en las primeras fases se entrena al paciente en estrategias de autorregulación y se practica la estimulación bilateral, sin dirigirlos a reprocesar las experiencias adversas, sino enfocados en fortalecer a la persona. “Identificamos los factores protectores, las experiencias de éxito, los grupos de apoyo, las capacidades y habilidades que tiene la persona. Se trabajan con ella y se anclan con movimientos bilaterales”, explicó.

Luego que se hace la conceptualización del caso, un mapa de las experiencias adversas y un mapa de las fortalezas —incluso la persona ha aprendido y practicado algunas estrategias de autorregulación—, se determina cuál de esas experiencias se va a trabajar para ser más eficaz y se evalúan los componentes de esa memoria que se archivan con la emoción y la reacción física que tuvo en ese momento (lo que se conoce como memoria somática). Entonces, se identifica la creencia negativa que se desarrolló en ese momento”, detalló la expresidenta de la Asociación de Psicología Escolar de Puerto Rico. A modo de ejemplo, las personas pueden expresar creencias negativas como: “yo soy indefenso”, “yo no valgo”, “soy culpable” o “soy insignificante”.

En la fase de desensibilización es que el terapeuta va a empezar el movimiento ocular u otra estimulación bilateral dual, mientras el cliente piensa en el evento traumático. Esta fase se enfoca en reducir la molestia del paciente (unidades subjetivas del estrés, SUD por su sigla en inglés) a 0 (o 1 si es apropiado) permitiendo que surjan nuevos pensamientos, imágenes, sentimientos y sensaciones. Según la psicóloga, esta fase es esencial para el éxito de la terapia, las estimulaciones pueden ser visuales, auditivas y táctiles. “No solo se trata de los movimientos bilaterales, existen otros tipos de estimulación bilateral que tienen los mismos efectos beneficiosos. La parte del movimiento ocular es un elemento, pero no necesariamente la única manera de estimulación eficaz”, aclaró.

Una vez finaliza la estimulación, la persona reporta lo que siente, sin intervención del terapeuta. Va procesando por sí misma y comienza a moverse, de manera natural, a un proceso cada vez más adaptativo. La doctora manifestó que “la persona empieza a movilizar sus propias habilidades y capacidades, a su vez, comienza a traer una serie de respuestas adaptativas y a fortalecer el pensamiento positivo que desea asociar con el evento. Por ejemplo, “Merezco cosas buenas”, “Valgo más que eso”. La creencia positiva se instala con otros movimientos bilaterales y luego se pasa a la revisión del cuerpo. A través de una terapia psicosomática donde el cliente piensa en el evento con el pensamiento positivo y revisa su cuerpo de pies a cabeza, se procesa cualquier molestia que quede en el cuerpo con estimulación bilateral dual.

“Al igual que se atiende clínicamente una herida física que se abre, se le quitan las gasas sucias, quizás arda o duela, pero pondrán un ungüento y se volverá a cerrar con gasas limpias. Sucederá lo mismo que pasa cuando sales de una clínica, el proceso de sanación es natural y se va a reanudar”, aseveró.

¿Por qué es importante buscar ayuda?

La especialista señaló que “el trauma trastoca la visión de mundo de la persona y el EMDR le permite integrar esas experiencias con otras y encontrarles un sentido diferente. La persona no borra la memoria, sino que las memorias traumáticas se aceptan y se integran en la narrativa de vida. Además de ayudar a que la persona sienta paz, favorece el crecimiento postraumático, lo que le permite sentirse mejor, es más empática, valora más la vida y se cuida más”.

A tales efectos, el llamado de la psicóloga es a reconocer que la salud mental es tan importante como la salud física y que se afectan mutuamente. “Hay que superar frases como ‘el tiempo todo lo cura’ o ‘debes pasar la página’, el cerebro humano no funciona así. Puedes cargar una herida y seguir teniendo efectos adversos de esa experiencia toda la vida. Si te das cuenta de que lo que haces para sentirte mejor te está provocando más problemas o no te está dando resultados, porque te sigues sintiendo triste, ansioso, con dolores físicos extraños, no duermes bien, eliges relaciones tóxicas o vives una vida doble, entre otros, no te convenzas de que eso es lo que hay y que no hay salida. No te convenzas de que esa es tu realidad y te tienes que conformar. No te conformes, no vale la pena. Hay esperanza, puedes encontrar alivio y calidad de vida”, afirmó la psicóloga.

La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.