La vida presenta muchos imprevistos; aquello que no anticipamos, pero que trastoca el modo en que vivimos.

Uno de esos acontecimientos inesperados es que, de un día para otro, debamos convertirnos en cuidadores de una persona que requiere asistencia por enfermedad, convalecencia por accidente o lesión, o por merma de independencia. En tales circunstancias, la cotidianidad de ambas partes tendrá cambios significativos. Estas alteraciones deben ser gestionadas a partir de un plan minucioso que considere cada área afectada.

Además de la salud y el bienestar en general y la disponibilidad de tiempo libre de la persona cuidadora, otros aspectos como el económico —por reducción de ingresos o pérdida de trabajo, por ejemplo— y reducción en la interacción social podrían verse afectados.

Indudablemente, asumir el rol de atender y/o supervisar a otra persona, ya sea a tiempo completo o parcial, residente o a distancia, exige un compromiso importante.

Aunque las tareas dependen de las necesidades de la persona cuidada, podrían incluir: preparación de alimentos, colaboración con los quehaceres del hogar, hacer diligencias, facilitar la transportación a citas médicas y de tratamiento, tomar notas y establecer comunicación con los diferentes proveedores de salud que lo atienden, entre muchas más. Además, el acompañamiento emocional es un elemento clave en el proceso de proveer cuidados.

Para esto, será imprescindible, no solo una planificación adecuada y precisa, sino la actitud proactiva que te motive a educarte sobre lo que atraviesa la persona a la que cuidas y las responsabilidades que aceptas al ejercer como persona proveedora de atención. Recuerda que, en la medida que sea posible, el plan de cuidados debe diseñarse junto a la persona cuidada.

De la misma forma, es recomendable que, a la par con los elementos de sensibilización y educación, identifiques recursos y una red de soporte con los que puedas contar en este complejo período como persona cuidadora. Tu autocuidado es esencial y es preciso que no lo pospongas.

Lourdes Rivera Rodríguez, gerente de Alcance Comunitario de MCS.
Lourdes Rivera Rodríguez, gerente de Alcance Comunitario de MCS. (Suministrada)

En relación con el punto anterior, la gerente de Alcance Comunitario de MCS, Lourdes Rivera Rodríguez, explica acerca de la relevancia de que la persona que proporciona la asistencia cuide también de sí misma, se ocupe de su salud y tenga tiempo y espacio para relajarse, divertirse y dedicarse a sus intereses.

Según las particularidades de cada caso, es muy probable que haga falta más de un cuidador para llevar a cabo las tareas. Es imprescindible que se reúnan, compartan preocupaciones y hablen sobre cómo se sienten, determinen la repartición de tareas y hagan un calendario con los horarios que corresponden a cada quien y de acuerdo a sus destrezas.

Asimismo, la persona cuidadora deberá tomar los pasos fundamentales para evitar o lidiar con el desgaste físico, emocional y mental que supone su labor. Entre los síntomas que pueden aparecer se encuentran: cansancio extremo, pérdida de motivación, tristeza y depresión, irritación, ansiedad, coraje, insomnio y sentimiento de soledad.

Además de optimizar las habilidades para el manejo apropiado del estrés, Rivera Rodríguez subraya la trascendencia de que la persona cuidadora disponga de apoyo emocional y esté atento al manejo de sus propias condiciones de salud.

Por ejemplo, a través de MCS Solutions, a las personas afiliadas se les ofrecen servicios destinados a la prevención, la promoción y el mantenimiento de la salud para el bienestar mental y emocional. Además, cuentan con un programa de apoyo al cuidador.

“Debe abrirse a recibir ayuda”, enfatiza la gerente de Alcance Comunitario de MCS en referencia a cuán importante es que la persona cuidadora acepte que familiares, amistades, vecinos y/o allegados colaboren en el proceso. Además, el proyecto familiar deberá incluir planes de respaldo si el plan A de atención a la persona cuidada tiene que ser modificado.

De manera similar, el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento (NIA, por sus siglas en inglés) incluye entre las recomendaciones a las personas cuidadoras: dar un paseo al aire libre, dedicar momentos para disfrutar de un pasatiempo y compartir con amistades, comer sano y dormir bien, unirse a grupos de apoyo en línea o presenciales y hacer ejercicio.

Recuerda que, aun cuando sientas que tu prioridad es la persona a la que cuidas, tu amorosa entrega no debe ser a costa de tu propio bienestar. Si eso ocurriera, ambas partes se perjudicarían.

Establece un balance entre tus quehaceres y tu espacio personal. Reconoce tus emociones y no temas decir lo que sientes y piensas. Si consideras que necesitas una guía para enfrentarte al reto de ser persona cuidadora, solicita ayuda y haz uso de todos los recursos disponibles a través de agencias públicas y de base comunitaria.

“Debemos reconocer la labor de los cuidadores considerando que lo más importante es identificar sus necesidades y apoyarlos”, afirma Rivera Rodríguez.

A su vez, destaca en la urgencia de que cuenten con espacios de respiro. Se conoce como respiro a la ayuda formal o informal para que el cuidador tenga espacio disponible para realizar gestiones personales.

¡Gracias infinitas, cuidadores, por el amor y la dedicación!