De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades. Por lo tanto, cuidar la salud mental, al igual que de la física, es de suma importancia. Entonces, ¿por qué hay tanto miedo de atender y hablar sobre la salud mental? La respuesta es el estigma.

El estigma se define como un conjunto de actitudes, juicios y creencias negativas hacia personas, grupos o conductas que se consideran “fuera de la norma” o que “no son socialmente aceptables”. La estigmatización está presente en los aspectos de género, cultura, raza, sexualidad, nivel socioeconómico, educación y salud, entre otros, y lleva a la discriminación. A su vez, el miedo a la discriminación y al rechazo puede llevar a la internalización del estigma, generando vergüenza, baja autoestima, síntomas de depresión y ansiedad, traumas emocionales y dificultad para expresar las emociones o buscar ayuda. ¿Qué sucedería si rompemos con el estigma y abordamos la salud mental con la naturalidad y compasión que amerita? Se abriría un camino que permitiría mayor prevención, aceptación y una mejor calidad de vida.

Educarnos y entender estos conceptos son los primeros pasos para el cambio. La salud mental se refiere a un estado de bienestar emocional, psicológico y social, e incluye la capacidad de manejar el estrés, mantener relaciones saludables y afrontar efectivamente los desafíos inevitables de la vida. No tiene que ver con “locura” o “debilidad”, sino con un espectro que abarca una amplia gama de experiencias y desafíos.

Todas las personas enfrentamos cambios inesperados, noticias no deseadas, pérdidas, eventos adversos o exposición a desastres y desgracias, por lo que se altera la forma en que pensamos, nuestro estado de ánimo y cómo nos comportamos; lo contrario no sería lo esperado.

La autocompasión y la aceptación de las emociones “buenas” y “malas” permite la capacidad de expresarse, autocuidarse, buscar ayuda y liberarse del estigma. Para lograr esto, hay que decidir continuar deconstruyendo los mitos, juicios y estereotipos que rodean la salud mental; ¡promoverla, protegerla y restaurarla es responsabilidad de todos!

Así pues, para reducir el estigma alrededor de la salud mental y mejorar la calidad de vida de las personas que padecen alguna enfermedad mental, se recomienda:

1. Tener conciencia y educarse

La conciencia es la capacidad de identificar nuestras creencias y prejuicios. Darnos cuenta nos permite hacer algo diferente como es educarnos. La promoción de información relevante, el enfoque en la prevención, la visibilidad en los medios de comunicación, compartir experiencias y aprender sobre los factores que contribuyen a la salud mental (por ejemplo, la genética, el entorno y las experiencias adversas en la niñez, entre otras), así como conocer los tratamientos efectivos puede promover cambios en las creencias y la normalización del tema.

2. Prevención mediante la apertura y la conversación

Crear espacios seguros, donde las personas se sientan cómodas, compartiendo sus experiencias y buscando apoyo, es crucial. Fomentar la apertura y promover la conversación sobre la salud mental, dentro del grupo de apoyo o como parte del cuidado de la salud, ayuda a reducir el estigma.

3. Lenguaje inclusivo y no estigmatizante

La forma en que hablamos influye en el estigma y sus secuelas. Esto implica no poner sellos ni usar términos peyorativos o despectivos. En su lugar, se debe utilizar un lenguaje neutral y descriptivo, que promueva la diversidad.

4. Promover el autocuidado y la resiliencia

Fomentar prácticas de autocuidado y adquirir destrezas para promover la resiliencia debe ser prioritario. Esto incluye la promoción de hábitos saludables como la actividad física, la alimentación balanceada, la higiene de sueño, el manejo efectivo del estrés y conectar con personas significativas.

5. Acceso a los servicios de salud mental

Garantizar que las personas tengan acceso a servicios de salud mental de calidad, sin importar lo económico, geográfico o cultural. Invertir en recursos comunitarios y programas de prevención. Conocer y hacer público los recursos disponibles, tanto de apoyo como de tratamiento, da visibilidad y fomenta la apertura.

Romper con el estigma de la salud mental requiere un esfuerzo colectivo y continuo. Los cambios y las adversidades son naturales en la vida del ser humano, por lo que todos tenemos la posibilidad de desarrollar una enfermedad mental. Conversar sobre la salud mental nos libera del estigma, fomenta el bienestar general y nos permite tener más calidad de vida.

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La autora es psicóloga clínica y colaboradora de MCS.