Sin duda, muchos de los alimentos que forman parte de nuestra dieta contienen aditivos y preservantes que sigilosamente pueden estar creando un impacto severo en nuestra salud intestinal.

La licenciada en nutrición y dietética Getsení Rodríguez indicó que estos componentes, tales como los saborizantes, colorantes, preservantes o conservantes, son sustancias que se añaden a los productos o alimentos durante su producción o en su procesamiento. El consumo de estos aditivos, según la experta, puede tener una relación estrecha con las enfermedades severas del intestino.

La mayoría de las investigaciones muestran que los aditivos artificiales aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés) son seguros para su uso y consumo. Sin embargo, el aumento de los trastornos intestinales, como el síndrome del intestino irritable y la enfermedad de Crohn, junto con el aumento de los alimentos procesados, ha llevado a muchos a preguntarse si existe una relación entre la salud intestinal y los aditivos alimentarios”, planteó Rodríguez.

Los síntomas que mayormente se presentan y que pueden dar aviso de un impacto a nivel gastrointestinal son: gases, hinchazón abdominal, calambres y heces blandas o diarrea.

“Cuando uno hace la entrevista con el paciente y escucha la diversidad de alimentos en la dieta, ahí uno hace un enlace entre lo que pueden ser estos alimentos procesados y los síntomas que el paciente experimenta”, sostuvo la licenciada en nutrición.

Además, Rodríguez mencionó que los adultos pueden presentar dolor de cabeza y reacciones alérgicas. “Los estudios reportan investigaciones con roedores y lo que se ha visto es que pudiera afectar los niveles de azúcar en sangre, produciendo inflamación, además de alterar esa relación de bacterias buenas que tenemos en nuestro estómago que se conoce como el microbioma intestinal”, sostuvo Rodríguez.

La experta en nutrición mencionó algunos de estos aditivos artificiales que se han estudiado y que pudieran tener un impacto a largo plazo si se consumen en grandes cantidades.

“Algunos estudios muestran que los aditivos artificiales utilizados para espesar y estabilizar los alimentos, tales como, goma guar, carragenina y goma xantana, típicamente encontrados en aderezos para ensaladas, sopas, postres, helados y salsas, se asocian con síntomas leves como gases, heces blandas, hinchazón o calambres en algunas personas. Incluso, en el caso de la carragenina se habla de la formación de úlceras en el estómago. Sin embargo, las investigaciones siguen indicando que el consumo con moderación sigue siendo seguro”, aclaró la especialista.

En el caso de la goma guar, Rodríguez dijo que la FDA ha establecido normas estrictas sobre la cantidad máxima a consumir que es de “0.35 % en productos horneados y hasta el 2 % en jugos de vegetales”.

Mientras que los edulcorantes artificiales pueden reducir el número de bacterias intestinales y, a su vez, provocar problemas digestivos, pero esto fue probado solo en animales y puede ser diferente en los seres humanos.

“Se necesitan estudios a largo plazo en humanos para comprender completamente los efectos de los aditivos artificiales en la salud humana, teniendo en cuenta que el microbioma humano es muy diferente al de los animales y su capacidad para metabolizar los edulcorantes artificiales también. Además, la mayoría de estos estudios no están bien controlados y usan dosis significativamente más altas que las que consumiría el ser humano promedio”, señaló la licenciada.

¿Cómo evitamos este impacto a la salud intestinal?

La principal recomendación de la experta en nutrición y dietética es evaluar cómo está nuestra ingesta, en general, para así identificar las posibles fuentes de consumo de estos aditivos y poder realizar ajustes que generen cambios positivos en nuestra salud intestinal.

“Hay que ver cuál es la frecuencia de alimentos que ingerimos fuera de la casa. Si es elevada, que para mí es cuando se come fuera más de tres veces en semana, pues hay que evaluar opciones disponibles libres de aditivos artificiales cuando visitamos los restaurantes tradicionales o en los establecimientos de servicio rápido”, expuso.

Otra de las sugerencias es realizar sus compras con conciencia y evitar los alimentos procesados para crear un “balance” en nuestra dieta.

“Cuando vayamos a hacer nuestra lista de compras en el supermercado, hay que tener un balance entre los alimentos de forma natural, ya sean frescos o congelados, donde la cantidad de preservantes es mínima, comparados con los que compramos que son envasados, empacados o enlatados. Es importante reducir la cantidad de alimentos procesados que adquirimos, así como evaluar las etiquetas nutricionales y sus ingredientes asegurándonos que la mayor parte de la compra provenga de alimentos frescos y mínimamente procesados”, recomendó la licenciada.

En el caso de aquellos pacientes que ya están experimentando los efectos en su sistema gastrointestinal, Rodríguez recomendó buscar ayuda de un profesional que se especialice en el manejo de condiciones gastrointestinales y el profesional en dietética, para poder tener un mejor manejo de los síntomas y las posibles condiciones asociadas al consumo o a la sensibilidad a los aditivos alimentarios artificiales.