En un artículo de 2006, el periodista español José F. de la Sota resumía, con gran ingenio, “el mito de Narciso” —atribuido a Ovidio, uno de los tres grandes poetas latinos de la época precristiana— habla de un joven que, al verse tan hermoso en el reflejo del agua, se enamoró de sí mismo.

A principios del siglo XX, el psiquiatra Sigmund Freud catalogó el narcisismo como un problema de personalidad y, con el tiempo, se definió como “trastorno de personalidad narcisista”, que, según se resume en la página web de la Clínica Mayo, se manifiesta por los siguientes comportamientos:

■ Tener un sentido exagerado de prepotencia.

■ Tener un sentido de privilegio y necesitar una admiración excesiva y constante.

■ Esperar que se reconozca su superioridad, incluso sin logros que la justifiquen.

■ Exagerar los logros y los talentos.

■ Estar preocupadas por fantasías acerca del éxito, el poder, la brillantez, la belleza o la pareja perfecta.

■ Creer que son superiores y que solo pueden vincularse con personas especiales como ellas.

■ Monopolizar las conversaciones y despreciar o mirar con desdén a personas que perciben como inferiores.

■ Esperar favores especiales y una conformidad incuestionable con sus expectativas.

■ Sacar ventaja de los demás para lograr lo que desean.

■ Tener incapacidad o falta de voluntad para reconocer las necesidades y los sentimientos de los demás.

■ Envidiar a los otros y creer que los otros los envidian a ellos.

■ Comportarse de manera arrogante o altanera, dando la impresión de ser engreídos, jactanciosos y pretenciosos.

■ Insistir en tener lo mejor de todo.

Las observaciones de un experto

El doctor Guillermo García-Hall es psicólogo clínico y funge como parte del equipo del Programa de Ayuda al Empleado dentro de una corporación de servicios clínicos. En sus intervenciones dentro del espacio laboral, así como en los escenarios de la vida cotidiana, ha podido detectar la presencia de patrones de conducta que pueden darse en ese contexto.

“El narcisismo afecta a las personas tanto en su vida personal como en el espacio de trabajo”, indicó García-Hall. “Con las redes sociales, hemos visto que hay una tendencia marcada a resaltar todo lo que hace una persona”, dijo el psicólogo. “Ese contacto constante con los medios para documentar su vida les aleja de los otros”.

Para el psicólogo, uno de los mayores problemas de este trastorno es que quien lo padece y manifiesta sus características, “pierde la empatía, esa capacidad de ponerse en los zapatos del otro”, declaró García-Hall. “De esa manera, abusa de la confianza de los demás, utilizando diversas herramientas que le ayudan a lograr lo que quieren”.

Las tácticas del narcisista Precisamente, el acceso inmediato a la información ha permitido entender algunos comportamientos asociados con el trastorno de la personalidad narcisista. Sobre todo, según confirmó García-Hall, “porque nos ha permitido saber de dónde se originan estas tácticas que no son comportamientos nuevos”, aseguró.

Gaslighting: “Es el abuso del control sobre una persona, haciendo que dude de su propia sanidad mental, sus ideas, su capacidad”, planteó el psicólogo. El nombre se basa en la película Gaslight (1944, George Cukor), en la que “Paula”, una estudiante de ópera (Ingrid Bergman) se enamora de un hombre encan - tador (Charles Boyer) que utiliza ciertos juegos y trucos contra ella –incluyendo manipular el gas de la lámpara–, para crearle dudas sobre su cordura.

“Se está hablando más ahora [de este tema] porque ha habido situaciones (parecidas a las de la película) y, gracias a la tecnología, más personas pueden ver el comportamiento y combatirlo”, señaló. Una de las maneras en las que un manipulador utiliza el gaslighting es poniendo en entredicho las palabras del otro, incluso dudar si lo dijo o no. Luego, pudiera asegurarle a la persona que todo lo que ocurre es cierto pero, a sus espaldas, difunde rumores para dañar su credibilidad.

“Cuando la persona identifica las señales, puede buscar ayuda para superar sus efectos”, dijo García-Hall. “Pero no se cierra ese ciclo hasta que quien haya usado esa táctica en su contra reconozca sus acciones y asuma las consecuencias”.

Ghosting: El “fantasmeo” (la desaparición súbita de una persona, tanto en lo real como en el espacio virtual) es, igualmente, el control de la voluntad de la otra parte, causándole dudas sobre sus acciones. “La persona puede pasar entonces de esa duda a sentirse molesta porque, por ejemplo, revisó sus mensajes y le ha dejado en ‘visto’ pero no reacciona. Algunas personas hasta desarrollan síntomas de ansiedad y depresión”, indicó el psicólogo.

“Hay que compararlo con el benching (una táctica de suspenso vigilante), como pasa con los jugadores en el banco de una cancha, que esperan ser llamados a la cancha y a veces se quedan ahí. Están presentes, atentos a todas las jugadas, pero son literalmente ‘ignorados’, por decirlo de alguna manera”, recalcó García-Hall. “El efecto es el mismo: la persona que está en la acción —a veces sin querer y, en otras, para crear tensión e interés— se cuestiona si ha hecho algo que disgustara o le hiciera daño. Luego puede tener una reacción de rabia”.

Este comportamiento también se relaciona con el breadcrumbing (migajeo). “Como en el cuento de Hansel y Gretel, que tiran migajas para que otros las coman. La diferencia es que ‘tiran’ y luego desaparecen por días o semanas, y literalmente provocan en la otra persona un daño parecido al de cualquier otra adicción”, dijo el psicólogo.

Love-bombing: Por último, esta forma de control psicológico seduce de la misma manera que los líderes de sectas religiosas o políticas: la persona manipuladora se gana la confianza del otro, y luego se retira. “Es como enseñarle comida a alguien que tiene mucha hambre, por decirlo así”, apuntó García-Hall. “Le enseña todo el ‘amor’ que puede recibir y, por supuesto, la otra parte se interesa como un craving, como algo que desea mucho pero no puede probarlo”, dijo.

El resultado es que, al sentirse tan halagada, la persona seducida dedica todo su tiempo y atención a quien la manipula, entrando en unas dinámicas muy tóxicas que le alejan de su familia y sus amistades. “Incluso, pueden estar ahí esperando por meses y meses, tratando de capturar la atención, pero el juego terminó, porque quien manipula decidió continuar el juego con alguien más”, indicó el psicólogo.

¿Es posible salir de este tipo de estrategias?

La respuesta de García-Hall es contundente. “Por supuesto. Siempre y cuando la persona reconozca los patrones de maltrato, control y manipulación, los profesionales de la conducta, a través de nuestras estrategias de intervención, le acompañamos en el proceso para que la persona refuerce sus comportamientos positivos, establezca unos límites saludables y aprenda a distinguir esos juegos con una mayor facilidad”, subrayó.

Lo importante, para el psicólogo, es mantenerse en guardia y tener una buena relación con uno mismo. “Muchas veces, estas situaciones ocurren porque las personas no tienen conciencia de su valor, no entran en una relación saludable con su propio ser. Lo más importante es buscar la ayuda, reconocer la situación y abordarla con unas estrategias y herramientas para que esas situaciones no se repitan”, concluyó García-Hall.

El autor es periodista colaborador de Puerto Rico Saludable.