Para muchas personas, la pandemia del COVID-19 implicó un cambio repentino en sus rutinas. Trabajar desde sus hogares y pasar horas frente a una computadora era su nueva realidad. La comida sirvió como fuente de apoyo, y el sedentarismo comenzó a ser su nuevo estilo de vida. Además, dejar a un lado la alimentación sana y actividad física presenta un gran riesgo: desarrollar enfermedades cardiovasculares.

La Asociación Americana del Corazón indicó que “las enfermedades del corazón son la principal causa de muerte” en Puerto Rico. Factores como la hipertensión, el colesterol alto y la obesidad aumentan las probabilidades de que una persona padezca de una enfermedad cardiovascular.

“Con una buena nutrición, puedes prevenir el riesgo de un evento cardiovascular”, señaló la licenciada Rubí Mendoza Castro, nutricionista-dietista.

Según Mendoza Castro, consumir bebidas alcohólicas, fumar y tener una alimentación alta en grasas saturadas son hábitos que aumentan el colesterol y predisponen, a las personas, a desarrollar enfermedades cardiovasculares.

La licenciada informó que, por ejemplo, el alto consumo de sodio afecta la salud cardiovascular.

“La comida típica puertorriqueña es bien alta en sodio. A todo el mundo le encanta la sal”, compartió la profesional. Como resultado, la presión arterial aumenta, y las personas comienzan a desarrollar hipertensión.

El potasio presente en las frutas frescas y congeladas, los vegetales, las nueces y las semillas puede contrarrestar la reacción de sodio y regular la presión arterial. Pero, esa alimentación, “no es parte estándar de una dieta puertorriqueña”, sostuvo la nutricionista. En su lugar, la gente suele consumir embutidos, carnes rojas, pollo frito y alimentos preparados con aceite.

Las personas necesitan limitar su consumo de alimentos fritos y procesados, enfatizó Mendoza Castro. Deben ingerir grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, denominadas como grasas saludables, que se encuentran en las nueces, semillas, aceite de oliva extra virgen y aguacates. Asimismo, las grasas Omega-3, presentes en los pescados, benefician al corazón, abundó.

La fibra también disminuye el colesterol dañino, el colesterol total y aumenta el colesterol bueno, añadió. Pero “la ingesta de fibra es bien bajita […] en la comida puertorriqueña”, señaló.

De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, las personas ingieren un promedio de 16 gramos de fibra por día. Sin embargo, las mujeres deben consumir, al día, aproximadamente 25 gramos de fibra, y los hombres, 38 gramos.

“Dejemos la mentalidad de todo o nada […] Es mejor tener la mentalidad de qué puedo añadir a mi alimentación que me ayude a estar más saludable en vez de qué es lo que tengo que eliminar”, comunicó la dietista.

80% nutrición y 20% actividad física

Una dieta balanceada no es suficiente para fortalecer el sistema cardiovascular.

“La actividad física en el ser humano es sumamente importante”, sostuvo el especialista en Educación Física Wadi Isaac Salim.

“Baila, brinca, salta, sube las piernas, mueve los brazos. Con eso, comenzamos a darle movimiento al cuerpo […] Se empiezan a mover la sangre y los fluidos” expresó.

Según la enciclopedia médica Medline Plus, el aumento del flujo sanguíneo eleva los niveles de oxígeno en el cuerpo y reduce el riesgo de colesterol alto, la enfermedad arterial coronaria y ataques al corazón.

Cuando un doctor o doctora le indica a su paciente que debe realizar actividad física, le está diciendo que debe moverse, comentó Isaac Salim.

“El ejercicio cae dentro de la actividad física, pero la actividad física no es ejercicio”, distinguió.

La actividad física implica movimientos como pasear un perro, lavar las ventanas, subir y bajar escaleras, mientras que el ejercicio es una actividad planificada que sigue un programa estructurado, aclaró.

El mejor ejercicio para fortalecer el sistema cardiovascular es el aeróbico, aseguró el también exdirector del Programa de Educación Física del Departamento de Educación. Este tipo de ejercicio hace que el corazón bombee sangre más rápido y fuerte de lo normal, según Medline Plus. Entonces, la sangre se oxigena con mayor rapidez, y se acelera la respiración.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños y los adolescentes realicen diariamente 60 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada a vigorosa a lo largo de la semana. Mientras, los adultos deben acumular, a lo largo de la semana, entre 150 y 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada o entre 75 y 150 minutos de actividad aeróbica de una intensidad alta o una combinación equivalente.

Caminar y andar en bicicleta son ejercicios aeróbicos de bajo impacto mientras que, por ejemplo, bailar y nadar son de alto impacto. “Pero, no tenemos, como principio, [que] hacer ejercicio”, reconoció Isaac Salim.

Una persona no debe esperar a un entrenador personal, nutricionista o médico para comenzar a cambiar hábitos, mencionó. “La prevención es lo primordial para tener una mejor calidad de vida futura”, concluyó.