Ella comenzó escondiéndose debajo de las sábanas, temerosa y asustada porque se sentía perseguida por algo que solo ella podía percibir. Veía sombras y sentía que la miraban por las ventanas.

De esa forma, la vida de Valeria Ortiz Negrón comenzó a tomar un rumbo incomprensible para su madre, Olga Negrón, quien relató que su hija fue diagnosticada con depresión mayor severa a los 14 años y con epilepsia a los 22, pero fue a sus 23 que comenzó con este patrón de aparentes alucinaciones.

“Yo la notaba que siempre se pasaba en su cuarto y tenía miedo y se escondía debajo de la frisa de día y de noche. Ella me decía que veía como sombras, que la veían por las ventanas, y yo miraba y no veía nada, obviamente porque era ella la que estaba pasando por las alucinaciones, pero yo no lo sabía”, explicó su madre.

Relacionadas

La experiencia de Valeria era cada vez más intensa y su temor fue cobrando forma y cada vez lo percibía de manera más clara.

“Ella escuchaba voces, como murmullos, como si estuviera metida dentro de una piscina. Eso lo escuchó por mucho tiempo y también veía como una silueta de alguien con una capa negra; no tenía rostro y tenía cuernos. Ella vivía tan aterrada porque sentía que eso la perseguía por todas partes”, expresó Negrón.

Sin embargo, llegó un momento clave en la vida de Valeria. En ese tiempo ya su madre había tomado la decisión de dormir con ella por el estado en que se encontraba y una noche se desencadenó su primer episodio psicótico.

“Salí del cuarto a bañarme y, cuando regresé, ella está metida debajo de la frisa bien malita y me comentó: ‛Me dijo que no quiere que me tome las pastillas, que mate mis perros, que los mate a todos ustedes (familia) y que me vaya con él”. En ese momento, yo me volví loca. A esa hora hice un bulto, me fui y la llevé al Hospital Psiquiátrico CIMA en Aibonito y la hospitalizaron por psicosis”, contó Negrón.

Ese fue su primer episodio psicótico y Valeria afirmó que no quería buscar ayuda, pues no quería reconocer que estaba presentando problemas mentales.

“Yo me sentía con mucho miedo. Al principio no estaba dispuesta a que me ayudaran porque estaba en negación. Antes me encerraba, era más antisocial, no quería que nadie estuviera cerca de mí, me deprimía más. Pensaba que estaba loca, que la gente hablaba de mí, que en las tiendas la gente pensaba que yo iba a robar y no me gustaba ir a las tiendas. Pero entendía que no necesitaba ayuda. Fue a insistencias de mami que busqué ayuda”, confesó la joven.

Esa primera hospitalización de Valeria duró seis días, pero tenía un medicamento para controlar “que no escuchara esas voces”, el cual le estaba afectando su menstruación y, al cambiarlo, volvió a tener psicosis.

“Esa vez no fue tan agresiva porque yo la llevé rápido al hospital. Esa segunda hospitalización duró nada más que como cuatro días. Después de eso, gracias a Dios, no ha escuchado más voces. Yo digo que no puede estar sin ese medicamento”, aseguró su madre.

Desde entonces, la afección de Valeria ha estado controlada y suele visitar regularmente el hospital psiquiátrico para evaluaciones.

“Valeria, gracias a Dios, lo ha superado bastante. Tiene días que baja y sube, pero en estado de psicosis no está. Dios tenía que estar en todo esto, y el equipo de CIMA que nos dio la mano bien brutal”, dijo la madre muy agradecida.

Incluso, la misma joven afirmó sentirse mejor desde entonces.

“Con la ayuda de las terapias de CIMA me he sentido mucho mejor, he mejorado un montón. Hasta el momento, no he tenido más episodios”, confirmó Ortiz, quien, de paso, aprovechó para aconsejar a otras personas que experimentan lo mismo.

“Primeramente, busquen ayuda de Dios. Que busquen, también, grupos de apoyo como los de CIMA y de familiares, porque solos no lo pueden hacer. Y traten de no estar en negación porque no están solos, hay más gente que atraviesa por eso”, exhortó la paciente.

Después de todas esas vivencias, la madre de Valeria busca llevar el mensaje y hablar acerca de la realidad que le ha tocado vivir con su hija, para que otras madres no se sientan solas en el difícil proceso.

“Cuando vamos a CIMA los sábados, y veo esas madres con sus hijos, todos jóvenes, visualizo todo lo que yo viví con Valeria, y quisiera hablar con cada una de ellas porque tienes que vivir esto para poder llevarle el mensaje a otras personas. Llevar el mensaje de que se puede salir de eso, con la ayuda de Dios y del grupo de CIMA”, afirmó.

De paso, aprovechó para llevar un mensaje a la ciudadanía y apelar a la empatía y comprensión, pero, sobre todo, para hacer visible una realidad que pocos reconocen y que muchos no entienden.

“Muchas veces, vemos en las noticias que hay personas que dicen que escuchan voces que les dicen que maten a fulano y la gente se burla de eso, como que es mentira. Ahora que yo lo viví con Valeria, digo que es cierto. Eso le pasa por la mente a muchas personas. Lamentablemente, la salud mental está así y la gente lo toma como si fueran mentiras, pero esto es algo serio. No lo entendía hasta que me tocó vivirlo. Yo pensaba que ella lo hacía por llamar la atención. Pero no, era real”.

“También está lo espiritual. Hay un texto bíblico (Efesios 6:12) que dice: ʿPorque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestesʾ, y eso es lo peor que puedas vivir en tu vida. Yo jamás me imaginé vivir una cosa así”, concluyó Negrón.