Belo Horizonte.- Adrenalina, emoción, sufrimiento, ansiedad….y finalmente delirio, locura, alegría.

La selección de Brasil se clasificó hoy a los cuartos de final de la Copa Mundial fútbol, tras superar hoy a una aguerrida Chile en una agónica tanda de penales en el estadio Mineirao de esta ciudad. Brasil ganó la tanda de penales de 3-2, gracias a un heroico arquero Julio Cesar, quien tapó los primeros dos intentos de los chilenos. 

El tiempo regular había terminado empate, 1-1. 

El chileno Gonzalo Jara falló el último penal y desató la locura en el Mineirao. Todo el país anfitrión suspiró, pues estuvo al borde quedar fuera en los octavos de final en su propio suelo.

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Brasil, una vez más, no convenció en su juego. Pasó una segunda parte buscando su ritmo en ofensiva, uno que nunca encontró salvo algunas oportunidades.  Más que maravillar a su público, Brasil sigue pasando apuros. Hoy sobrevivió ese apuro, pero tendrá que ajustar si quiere ganar la ansiada sexta corona.

Al inicio del partido, el ambiente en Mineirao era una mezcla de euforia, ansiedad y, a la misma vez, nerviosismo. Los brasileños abarrotaron el estadio, pero varios parchos del rojo chileno se acomodaron entre el mar de amarillo.

Brasil, empujado por su público, comenzó bien. En el minuto 5 forzó el primer tiro de esquina, y en esa misma jugada un intento de Marcelo desde fuera del área falló por muy poco.

Pero Chile es una gran selección, e hizo su juego. No le tuvo respeto al pentacampeón. En el minuto 11 Alexis Sánchez centró un buen balón que requirió del esfuerzo del portero Julio César para detenerlo, y ya la ansiedad se comenzaba a sentir en las gradas. Chile no se iba a quedar de brazos cruzados esperando el golpe del anfitrión, y eso inquietaba al aficionado brasileño.

El primer gol de Brasil llegó en un tiro de esquina, luego de minutos de presión con la pelota. El central David Luiz se elevó para empujar el balón al fondo de las redes en el minuto 18, aunque repeticiones demostraron que el chileno Gonzalo Jara pudo haber anotado en propia puerta.

No importaba. La “verde-amarela” tomó la delantera y el delirio volvió al Mineirao. Fanáticos se quitaron las camisas y todos se abrazaron, mientras en el campo todos los jugadores se iban encima de David Luiz.

El gol daba buenas sensaciones para Brasil, que finalmente se veía en forma, presionando en ofensiva, y con una Chile arrinconada. Pero la inconsistente defensa de los locales volvió a pasar factura. 

En el 32,  el chileno Sánchez aprovechó un mal saque lateral de los anfitriones, robó el balón, y entró en el área para soltar un suave disparo que dejó tendido a Julio César e igualó el partido, 1-1.

Balde de agua fría para Brasil, que comenzaba a jugar mejor y a retomar sus mejores sensaciones. Chile, de nuevo, comenzó a creer en que la gesta era posible.

Brasil volvió a la carga, pero no pudo aprovechar varias oportunidades frente a la portería. Chile, en tanto, ejercía una enorme presión en Neymar cada vez que la estrella brasileña recibía la bola.

Con una vibra de ansiedad y nerviosismo en la afición brasileña, la primera mitad acabó igualada, 1-1.

No hubo goles en la segunda parte, pero sí mucha timidez de ambos equipos. Parecía como si el miedo perder fuera mayor que las ganas de ganar. El juego distanció mucho de lo que ocurrió en la primera, cuando hubo valentía de ambos.

Chile estaba tranquilo. No le daba muchos espacios a los anfitriones, mientras que buscaba cualquier oportunidad para contraatacar.

Brasil creyó haber anotado su segundo gol en el 54, pero una diana de Hulk fue anulada por el referí inglés Howard Webb al entender que el brasileño había manejado el balón con el brazo. Las repeticiones así lo confirmaron, pese a la rabia de los aficionados que ya habían comenzado a gritar el gol.

Chile tuvo su más clara oportunidad de la segunda parte en el 65, cuando Charles Aranguiz se quedó solo en un mano a mano con Julio César, pero el portero brasileño realizó una de las más espectaculares atajadas del encuentro para salvar a los suyos.

Su contraparte chileno, Claudio Bravo, tampoco se quedó atrás en los últimos diez minutos fue probado ocasión tras ocasión. Bravo se creció, y los 90 minutos terminaron con el marcador de 1-1.

En esta fase no se valen los empates, así que había que buscar un ganador en dos tiempos extras de 15 mitades cada uno. La tónica se mantuvo igual. Brasil tenía la pelota, pero poco hacía con ella. El delantero Jo se perdió un par de oportunidades, evidenciando los problemas que tienen los brasileños en la posición de un atacante puro. 

La ansiedad seguía creciendo las gradas. Para el segundo tiempo extra, Chile lucía contento con el empate y la posibilidad de decidir el encuentro en penales. Caían al césped en cada ocasión que podía, en intentos de parar el ritmo de juego y perder el mayor de tiempo posible.

En el último minuto del juego, el chileno Mauricio Pinilla estuvo cerca de hacer historia por su país con intento a la portería, pero su tiro dio en el travesaño, cortando la respiración de todo el estadio. Pero el libro estaba escrito, y todo se decidiría por penales.