Nos reunimos como todos los martes, miércoles y jueves de las tres semanas anteriores en las que he estado viniendo a la cárcel de mujeres de Vega Alta junto a dos colegas para ver junto a tres confinadas “Orange is the New Black”, pero esta vez se siente distinto.

La atmósfera en el salón de visitas de la institución que nos ha servido de cine improvisado está cargada de una sensación de despedida, no solo porque veremos el último capítulo de la primera temporada de la popular serie de Netflix, sino porque ninguna quiere que esto se acabe. Sí, el experimento les ha servido de distracción en un ambiente donde esto a veces representa el único respiro al encerramiento, pero –según nos confiesan- también describen el tiempo que han compartido con nosotros como una “terapia”.

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“Me he quedado como en otro mundo”, responde Marta Chávez Iglesias -confinada de 45 años que acabó aquí por venta de sustancias controladas- durante la última sesión de entrevistas al preguntarle qué le ha sacado a esta experiencia. “En los momentos que estuvimos aquí me olvidé del encierro que existe aquí adentro. Nos bajó el estrés… la veo (la serie) como si fuera un espejo. Estoy viéndola, pero lo que estoy viendo lo estoy pasando en la realidad. Me imagino que eso debe ser una enseñanza para las que están en la calle”, reflexiona la mujer que espera poder salir libre en la segunda mitad de este año.

Ve el episodio final de Prisioneras del pasado

“En mis 12 años, nunca había visto algo así”, comenta Marinela Maldonado, de 32 años, haciendo referencia al tiempo que ha pasado convicta, tan solo una fracción de la condena de 45 años que se le impuso por asesinato en segundo grado. “Se ha aprendido mucho. Yo a veces trato mal a las mujeres. Tengo como un caparazón... pero veo cómo se tratan ahí (en la serie) las mujeres y digo ‘wao’”, añade la reclusa que se dedica a las artesanías y manualidades.

Cautivadas por “Piper” y “Ojos locos”

En las pasadas semanas, hemos descubierto mucho de ellas –reveladoras confesiones y dolorosas vivencias que se recogen en la serie “Prisioneras del pasado” -, pero también hemos tenido espacio para reírnos, conversar y especular acerca de la trama de la serie. Cuando les preguntamos cuál fue su personaje favorito, todas coinciden en la respuesta: “Piper Chapman”.

“Piper” –interpretada en “Orange is the New Black” por Taylor Schilling- cumple una sentencia de 15 meses por lavado de dinero vinculado al tráfico de drogas. En el capítulo final que acabamos de ver, la mujer que entró como una “mosquita muerta” a la cárcel se ve obligada a confrontar a otra reclusa que quería asegurase de que ella nunca saliera de allí con vida.

“Me gusta ‘Piper’ porque se dio a respetar. Aquí no puedes ser la boba porque rápido se aprovechan y te cogen de mangó bajito”, asegura Jackeline Cortés, de 41 años, convicta por venta de sustancias controladas. “Eso es lo que tenía que hacer desde el principio”, añade Marinela. “Me llamó la atención cómo actuó ‘Piper’. Me gustó que finalmente se diera a respetar. Yo creo que el susto fue lo que la llevó a eso. Con el susto uno hace cualquier cosa”, dice.

El otro personaje que resulta popular es “Ojos locos”, la excéntrica presa encarnada por Uzo Aduba, que al principio de la temporada le hace la vida cuadritos a “Piper” con sus insistentes avances sexuales.  Según nos cuentan, tras las rejas de Vega alta no hay una, sino muchas así.

“Aquí hay varias ‘Ojos locos’”, asegura Marinela. “Son como la lapa, pegá, pegá, pegá… Y siguen y te dicen ‘chica dale, que toítas somos iguales’ y uno que no, no y no”, describe por experiencia propia la mujer de 32 años, a la vez que nos revela la táctica que empleó para salir de esa situación. “Le presenté a otra persona y me la saqué de encima”, bromea Marinela, arrancando risas de todos los presentes.

Una de las mayores diferencias que señalan entre la ficción y la realidad proviene precisamente de su representación de las relaciones lésbicas que se dan en la prisión. "Eso no es así como en la serie. Aquí las parejas no se dejan ver. Es un respeto que ellas tienen con las demás personas porque no todo el mundo se envuelve. Si van a hacer algo, ellas se esconden mientras alguien vela que no vengan las guardias”, explica Marta, quien asegura que nunca se ha visto involucrada en una relación de esa índole. “Hay que respetarlas. Ese es su gusto”, declara.

Otro capítulo que les llama la atención involucra a “Piper” teniendo que ingeniárselas para confeccionar una crema en base a jalapeños para aliviar los dolores de espalda de “Red” (Kate Mulgrew), la vengativa jefa de la cocina –y, extraoficialmente, de la cárcel- a quien ofendió tan pronto puso pie en la prisión de Litchfield, Nueva York.

“Aquí le echamos zanahoria, cebolla y ajo al shampoo para crecer el pelo. Usamos la crema vaginal para sacarnos las manchas de la cara y hacemos un scrub de azúcar con agua para lavarnos la cara”, explica Jackeline, quien subraya que siempre tiene que estar “filoteá”. Aunque no cuentan con un salón de belleza como el que administra la transexual “Sophia” (Laverne Cox) en el programa –tienen uno pero está cerrado desde hace meses por falta de personal de Corrección para custodiarlo-, la apariencia personal de cada una de ellas les es muy importante, pues contribuye a su autoestima.

“El que sobrevive aquí, sobrevive donde sea”

En cuanto a “Red” y la pregunta de si hay algún personaje similar en Vega Alta, las tres aseveran que, en efecto, hay muchas como ella que se encargan de conseguir aquellas cosas que no deberían entrar a la cárcel, pero aquí se tornan parcas en sus respuestas, quizá para no calentarse con estas “Reds”. Si son iguales que la de la serie, resulta fácil comprender por qué no quisieran hacerlo.

“¿Hay villanos en la serie?”, le preguntamos a Marinela.

“Hay par. Hay par en la serie y aquí también”, contesta.

Se acerca el momento de despedirnos y sus caras se tornan largas. Las tres nos miran con caras de muy pocos amigos y la verdad es que hay que entenderlas. Mientras el público acá afuera solo tuvimos que esperar un año para conocer el desenlace del violento altercado entre “Piper” y la extremista religiosa “Pennsatucky” con el que concluyó la primera temporada, allá adentro ellas tendrán que quedarse con el suspenso por mucho más tiempo. Antes de marcharnos, les hago un breve resumen de los acontecimientos de la segunda temporada de la serie. No es mucho, pero al menos no las dejo con la intriga.

“Si hicieran una serie de ustedes, ¿cómo se llamaría?”

“El circo de Vega Alta”, responde rápidamente Marinela, quien parece extender su idea para incluirle un gancho publicitario. “¿Cómo sobrevivir aquí en Vega Alta? El que sobrevive aquí, sobrevive donde sea”.

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