San Germán. Hace alrededor de un mes, en medio de los playoffs ante los Cangrejeros de Santurce, un caballero se le acercó a Josué Erazo, jugador de los Atléticos de San Germán, y se identificó como el padre del admirado armador de los Leones de Ponce, Carlos Rivera. Tras la conversación, el hombre le informó que cuando quisiese almorzar o cenar era bienvenido a su hogar, frente a la cancha Arquelio Torres Ramírez.

A Onzie Branch varias personas le han invitado a tener ‘brunches’ y cenas. Además, dijo que una dama de la tercera edad se ofrece para lavarle su ropa solo por el hecho de que es una fanática del equipo. Siempre está pendiente de él y averiguando si necesita algo.

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Esta misma temporada, Luis ‘Pelacoco’ Hernandez, natural de Añasco, vivió la experiencia en su primer año con los Atléticos, recibiendo invitaciones a cenar o con fanáticos que le llevaban comida a la misma cancha.

Los fanáticos de San Germán no son solo fanáticos de la cancha. Allá invitan a los jugadores a sus casas para un café o una cena y hasta le lavan ropas a otros. (BSN)
Los fanáticos de San Germán no son solo fanáticos de la cancha. Allá invitan a los jugadores a sus casas para un café o una cena y hasta le lavan ropas a otros. (BSN) (Suministrada)

Así es la devoción por los Atléticos en San Germán. Y así ha sido durante décadas. Y posiblemente lo será mientras el equipo represente a los sangermeños.

Es un gesto de hospitalidad innato en una ciudad en la que el baloncesto, como lo han dicho otros que lo han vivido, incluyendo al exjugador, exdirigente y exapoderado Armandito Torres, es una religión.

En pleno siglo 21, con los cambios en la sociedad que cada vez nos empujan a aislarnos cada vez más por nuestra protección, muchos sangermeños mantienen viva la tradición y la hospitalidad por la gente que batallan con los colores de la Ciudad de Las Lomas cada noche por 40 minutos. La gente que les representa en la cancha de baloncesto.

“San Germán tiene muy buenas personas”, dijo Hernández. “Llevan mucho tiempo con esas tradiciones de invitar a los jugadores a sus casas. Es algo que yo nunca había experimentado”.

“Es un gesto muy bonito porque no todo el mundo tiene la confianza de invitar a un desconocido a su casa. Por más que nos vean jugando dentro de la cancha, ellos no saben cómo es uno. Es algo que es muy especial de San Germán”, continuó. “Me hace sentir diferente cuando me pongo el uniforme. Nos dan mucho apoyo y nos quieren mucho. Se viven esto con la misma pasión con que nosotros lo hacemos. Y todo esto que estamos haciendo es gracias a ellos”.

Branch por su parte, lo atribuyó a cierto tipo de hospitalidad de la gente del Oeste de Puerto Rico que contribuye a que se sienta como si estuviera dentro de su propia familia.

Unas damas encienden velones para pedirle a Dios que le eche unas manita a sus Atléticos.
Unas damas encienden velones para pedirle a Dios que le eche unas manita a sus Atléticos. (Suministrada)

“Eso te hace querer estar aquí. Recibimos mucho amor de la gente”, dijo Branch.

Y no son solamente los jugadores de otros lugares, sino a los sangermeños también.

El escolta Kenneth Santos, natural del barrio Sabana Eneas de San Germán, ha vivido esa experiencia esta campaña y la pasada.

“Me han invitado a almorzar y a comer a sus casas. Son gente muy buena y muy humilde. Hacen a uno sentirse querido”, expresó. “A mí me sorprendió porque no lo esperaba, porque aunque yo soy de aquí, la persona no me conoce y aún así me invita a su casa a comer. Es increíble. Es una cosa sorprendente. Uno se queda la boca abierta cuando los fanáticos hacen eso”.

Josué Erazo, de los Atléticos, aquí a la derecha defendiendo a Javier González, de los Vaqueros, entiende que la fanaticada de San Germán adopta a los jugadores que se ponen la camisa de los Atléticos.
Josué Erazo, de los Atléticos, aquí a la derecha defendiendo a Javier González, de los Vaqueros, entiende que la fanaticada de San Germán adopta a los jugadores que se ponen la camisa de los Atléticos. (Suministrada / BSN)

“Es algo grande. Pero después de todo estamos en San Germán, que esto aquí es baloncesto. La Cuna del básquet”, agregó.

También sorprendido con el trato recibido, Erazo trató de explicar el comportamiento.

“Son fanáticos que acostumbran a venir desde el primer día que se empieza a hacer el equipo, que vienen siempre. Esos son los mismos que nos traen comida o nos invitan a sus casas. Para mí es algo que me causa sentimiento, porque es algo que no se ha perdido aquí. Pero sí, pasa mucho”, expresó Erazo.

“Muchos de nosotros somos de otros pueblos. Yo soy de Bayamón. La misma fanaticada se encarga de adoptarnos. Hay una vecina de Nate Mason Jr. (importado del equipo) que le da comida. Es un ambiente bien bueno. Aquí nadie está solo”, finalizó.