Washington.- Patrullan por las calles de la nación armados y con placa pero sin la formación propia de un agente, y arriesgan su vida sin recibir ningún salario a cambio: los policías voluntarios se encuentran en el ojo del huracán después de que uno de ellos matara el Oklahoma a un sospechoso "por accidente".

Tildados de héroes por algunos y acusados de ser un peligro público por otros, la figura del policía voluntario, muy extendida en algunas zonas del país, plantea serias dudas sobre si un cuerpo tan poderoso como la Policía puede permitirse contar con miembros ajenos a la profesión.

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El episodio que ha desatado la polémica se remonta al pasado 2 de abril, cuando en el marco de una operación encubierta para detener a un traficante de drogas y de armas en Tulsa (Oklahoma), un agente voluntario de 73 años disparó, supuestamente por equivocación, contra el sospechoso y le causó la muerte.

El policía voluntario es Robert Bates, un directivo de una empresa de seguros de 73 años que presuntamente se equivocó al sacar el arma cuando intentaba reducir al sospechoso y, en lugar de la pistola eléctrica, usó su pistola real y le disparó mortalmente.

"Oh, le he disparado. Lo siento", dijo Bates nada más producirse el disparo, tal y como se puede ver en un vídeo divulgado por la propia Policía y grabado con una cámara que llevaba uno de los agentes implicados en la operación.

Bates fue formalmente acusado este lunes de homicidio en segundo grado por "negligencia culpable", un término que la ley de Oklahoma define como "la omisión de hacer algo que haría una persona razonablemente con cuidado", y se enfrenta por ello a hasta cuatro años de cárcel y hasta mil dólares de multa.

El caso de Bates ha adquirido especial relevancia por el momento en el que se ha producido, con la opinión pública muy pendiente de los casos de violencia policial, y por la raza de la víctima, un afroamericano de 44 años, pero los "accidentes" por parte de policías voluntarios no son extraños en este país, tanto si el desenlace es la muerte de un sospechoso como la del propio agente.

El cuerpo de policía de Tulsa, por ejemplo, en el que servía Bates, cuenta con hasta 130 agentes voluntarios, muchos de los cuales tienen otras profesiones que nada tienen que ver con las fuerzas del orden, o están jubilados.

"Esta muerte deja en evidencia que el programa de agentes voluntarios ha ido más lejos de lo que los ciudadanos jamás podrían imaginar, y necesita una revisión pública", indicó en un editorial el principal diario de la ciudad, el "Tulsa World".

A diferencia de los últimos casos notorios de violencia policial, como las muertes de Michael Brown en Ferguson (Misuri) o Walter Scott en North Charleston (Carolina del Sur), y pese a tratarse también de la muerte de un afroamericano desarmado a manos de un policía blanco, el debate en esta ocasión no es sobre racismo, sino sobre la idoneidad de los agentes voluntarios.

La víctima, Eric Harris, tenía un importante historial criminal según la Policía, había vendido metanfetaminas a agentes encubiertos en ocasiones anteriores y se disponía a venderles una pistola semiautomática de 9 mm cuando los agentes le prepararon la emboscada.

Bates, por su parte, había trabajado como agente de policía un año en 1964, y le unen fuertes vínculos al actual alguacil de Tulsa, a quien donó 2,500 dólares en su campaña para la reelección en 2012.

En un artículo sobre el caso, el diario "The Washington Post" se preguntaba cómo Bates, de 73 años, podía formar parte de un cuerpo, el de Policía, donde muchos agentes se retiran a los 50, y que habitualmente no contrata a nadie mayor de 40 para tareas que requieran ejercicio físico.

Los cuerpos de Policía local, cuya imagen se ha deteriorado notablemente durante los últimos meses a causa de varios episodios públicos de violencia desproporcionada y racismo, deben hacer frente ahora a una nueva acusación: la de permitir a ciudadanos no profesionales ejercer de agentes de la ley.