Aunque la práctica constante de actividades físicas como bailar, correr bicicleta y caminar, unido a las tareas estimulantes como los crucigramas y la lectura podrían reducir el riesgo de padecer Alzheimer, es probable que no tengan efecto en los marcadores subyacentes de la enfermedad.

“A pesar de que un historial de vida con actividades físicas y mentales puede abonar a una mejor memoria, este vínculo probablemente está separado de cualquier protección contra los marcadores de la enfermedad en el cerebro”, señaló el autor del estudio, Keith A. Johnson, según reseñado en el portal EurekAlert.

En el estudio, publicado en la revista médica de la Academia Americana de Neurología, participaron 186 personas con una edad promedio de 74 años. Los participantes, quienes no tenían problemas de memoria y pensamiento, informaron sobre sus nivel actividad física y mental durante su vida, además de las actividades actuales. Además, usaron un pedómetro durante siete días para darle seguimiento a la actividad física.

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Mediante pruebas de resonancia magnética, a los participantes les midieron los depósitos de beta-amiloides en el cerebro, algo que se produce con el Alzheimer. Los escáneres también midieron el metabolismo del cerebro y si el cerebro se estaba encogiendo, otro de los signos de la enfermedad.

En el estudio se encontró que los participantes que formaron parte de actividades estimulantes cognitivas tenían un coeficiente intelectual significativamente más alto que quienes no lo hacían, pero no encontraron ninguna relación entre la vida activa o la falta de ella con cualquiera de los marcadores de la enfermedad. 

“Esto sugiere que el mantenimiento de una vida de compromiso intelectual puede ayudar a preservar la función cognitiva en la vejez”, indicó Johnson, quien destacó que los resultados no deben desalentar a la gente de llevar un estilo de vida activo y con experiencias estimulantes. “En numerosos estudios se ha demostrado que, por lo general, ofrecen muchos beneficios para el cerebro”.