NUEVA YORK.-  Taya Dunn Johnson llevaba años mostrando partes de vida en internet, presente en Facebook, Twitter y otras redes sociales a través de los que con frecuencia compartía sus momentos más mundanos e íntimos.

Su marido — su amor del instituto y especialista en TI— era una persona ajena a las redes sociales aunque estaba rodeado de familiares, colegas y amigos que los empleaban y no tenía ningún problema con ello.

Entonces falleció repentinamente de un ataque al corazón a los 37 años y su esposa se vio atrapada en lo que podría ser la última frontera de la privacidad, su funeral.

Relacionadas

"Celebré dos funerales y tuve que pedir a varias personas que no tomaran fotos de su ataúd", dijo Johnson, una administrativa de 38 años que vive en Baltimore con su hijo de 6 años. "Esa idea me desconcertó. Días después, me di cuenta de que varias personas habían hecho 'check-in' desde la funeraria en un par de plataformas".

Usuaria activa de redes sociales cuando la golpeó la tragedia en 2012, y como sigue siendo ahora, Johnson entiende por qué la directiva de Facebook, Sheryl Sandberg, pidió a los asistentes, pesos pesados de la industria tecnológica incluidos, que no empleasen redes sociales desde el funeral de su marido David Goldberg el martes.

"Es como una bola de nieve", dijo Johnson. "Compartimos todo desde nuestro nuevo autor, a nuestra comida o nuestro nuevo vestido. De alguna forma esas cosas están a la misma altura que la muerte".

Ann Bacciaglia, empleada de un servicio de atención al cliente en una gran empresa en Ottawa, era también una gran usuaria de redes social cuando su marido durante 18 años falleció de pronto por un quiste cerebral no diagnosticado en 2011. Tenía 44 años.

Como el marido de Johnson, el suyo no tenía interés por este tipo de medios, lo que no evitó que Bacciaglia anunciase su muerte en Twitter. Nunca se le ocurrió pedir a sus seres queridos que se abstuviesen de sacar sus celulares en el funeral. Ninguno lo hizo.

En el año posterior a su fallecimiento, escribió en su blog sobre su dolor y se apoyó en sus seguidores y amigos de internet para sobrellevar la pérdida. Otras viudas jóvenes se pusieron en contacto con ella y ayudarlas en sus procesos fue su mejor medicina.

"Las redes sociales son algo a que no interesaban a mi esposo, pero son una parte importante de mi duelo y siguen siendo muy importantes para mí", apuntó Bacciaglia.

Fuera de las redes o en Facebook, lo vulgar sigue siendo vulgar en lo referente a funerales y ceremonias de recuerdo, dijo David Ryan Polgar, abogado y ex profesor universitario en West Hartford, Connecticut, con un blog sobre tecnología y ética.

"¿Querría ver unas Google Glass en un funeral? Nada puede sustituir esa conexión humana", dijo refiriéndose a las gafas de Google con cámara y conexión a internet. "Hay ciertos momentos para tomar cierta conciencia, con una necesidad de estar presente en ese momento, y un funeral es uno de ellos".

Walker Posey, director de una funeraria en Carolina del Sur y vocero de la Asociación Nacional de Directores de Funerarias de Estados Unidos, dijo que la tecnología tiene un lugar en el proceso de duelo, pero que las selfies desde cementerios no entran en él. El uso desafortunado de redes sociales, sin embargo, no es algo a lo que tengan que enfrentarse habitualmente la mayoría de sus colegas, agregó.

Su funeraria en North Augusta incluye, por si acaso, esta sugerencia de protocolo en su página web: "No infrinja el derecho de la familia a la privacidad. En la sociedad actual de redes sociales y tecnología, es esencial recordar que estas herramientas son una vía para mostrar apoyo y cariño a la familia que sufre el duelo. El uso de tecnología y redes sociales para publicar cualquier cosa que pueda violar el derecho de la familia a la privacidad o a un duelo adecuado debe ser evitado".

En algunas ocasiones quienes no respetan la privacidad son los más afectados por el dolor. Un usuario de Facebook publicó una vez una foto de sí mismo con el féretro de su madre detrás de él. Otro subió una imagen del testamento de su madre actualizando su estatus como albacea.

Pero la tecnología puede ser útil para los dolientes, agregó Posey explicando que su funeraria y otras del país ofrecen retransmisiones en directo de funerales y ceremonias como una forma para llegar a los seres queridos que están lejos. Al año realiza entre 30 y 40 emisiones a través de la web, incluyendo una del funeral de una abuela para que sus dos nietos destinados en Irak pudiesen estar presentes virtualmente.

Goldberg, de 47 años y CEO de SurveyMonkey, falleció el viernes al resbalar de una cinta de correr y golpearse la cabeza cuando estaba de vacaciones con su familia en México, dijeron autoridades del país.

Aunque Sandberg pidió a los asistentes que no publicasen cosas desde su funeral, ella recurrió a Facebook poco después para dar las gracias por las numerosas muestras de apoyo.

Fue una entrada larga — compartida más de 18,000 veces en solo unas horas.